Tuesday, June 10, 2008

De ciertos cuentos del Bestiario de Cortazar

A pesar, de que Bestiario su primer libro es catalogada como una obra madura en la que resalta su riqueza expresiva y el toque fantástico que caracterizará buena parte de la obra cortazariana.

En el ensayo Del cuento breve y sus alrededores (1969) Cortazar plantea que todo relato corto está enmarcado dentro de una noción de pequeño ambiente y tiene carácter esférico. En el caso particular de los cuentos fantásticos, estos están impregnados de cierta nostalgia en la que el determinismo no es un elemento esencial. Además, existe un desarrollo temporal ordinario alterado instantáneamente de tal forma que el presente puede ser pasado y futuro. Otro elemento básico es que lo excepcional pasa a ser también la regla sin desplazar las estructuras ordinarias entre las cuales se ha insertado. Otro rasgo de tipo aristotélico sería que los personajes malos no deben ser odiados y los buenos amados. Los personajes tendrán matices que que harán que su comportamiento siempre sorprenda.


En el caso de Todorov lo fantástico implica un quebrantamiento de las leyes del mundo donde se mueve el hombre, sean éstas de causalidad, de espacio o de tiempo. Además la significación de lo fantástico radica en el lector, quien, en última instancia decide si lo que ha advertido se origina en un mundo que es o no es nuestro universo. En este sentido, la incertidumbre que experimenta un lector en torno a la naturaleza de un fenómeno constituye el fundamente de lo fantástico.
En el Bestiario en conjunto se plasma la existencia de un doble plano; una realidad cotidiana, visible y razonable, y otra de la imaginación que no se explica y no se sabe si sólo existe en el inconsciente de los personajes. Gracias a esta dicotomía se despierta en el lector curiosidad e incertidumbre ante lo posible o ilusorio. Lo irracional en muchos casos entrará al ámbito de lo irracional y se validará dentro de la rutina. En varios de los relatos el espacio exterior y el del interior de la mente se confunden o identifican. Por ejemplo en "Cefalea", donde el espacio de la casa, con las mancuspias haciendo ruidos que se confunde con el dolor de cabeza de los protagonistas.
En la "Casa tomada" una pareja de hermanos se ven expulsados de su propiedad por unos ruidos que son una metáfora sin identificación. En este relato, dos hermanos viven juntos en una casa legada por sus ascendientes. El lugar es apacible y pacífico hasta que, de pronto, sucede una invasión que trae como consecuencia su desalojo de la casa. Los intrusos, empero, permanecen innominados y desconocidos para el lector. La primera parte del relato está dedicada a presentar la distribución de la casa así como las actividades de los personajes en ella en un tono descriptivo, casi objetivo de tal forma que nos parece normal y cotidiano. El agente que produce el ruido nunca se conoce. Los ruidos en este caso son ‘lo otro’ que se introduce en la realidad, de una manera sutil y aceptada por los personajes del cuento. El elemento fantástico no choca con la lógica sino que más bien interactúa con ella. La aceptación en su propia realidad es automática, es un simple hecho.
"-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
- ¿Estás seguro?
Asentí.»
Entonces – dijo recogiendo las agujas – tendremos que vivir en este lado."
(Cortazar, 2003:17)

Hasta llega a parecer inverosímil que con tanta calma y hasta frialdad se acepte el hecho que alguien ha tomado la casa y ellos se resignen hasta el punto de ser ellos quien lo desaloje. Esta presencia que jamás llega a cobrar una forma real tiene el poder suficiente para hacerlo. Los invasores cuentan con las mismas limitaciones físicas de los seres humanos. Así, basta una simple puerta para impedir momentáneamente su avance. Sin embargo poco a poco cobran más fuerza.
Los intrusos jamás identificados ayudan a crear una atmósfera de duda en el lector, quien indudablemente se pregunta acerca de la naturaleza de las presencias que alteran la vida de los hermanos.
De la misma forma en la que se plantea la entrada de fuerzas extrañas en un sistema ordenado en "Carta a una señorita en París", esta metáfora fantástica está inscrita en los conejitos que podría describirse como el elemento que desequilibra el mundo del personaje. Así pues el Yo es el espacio ordenado y real pero no logra adaptarse al cambio «Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire (...)» (Cortazar, 2003:23)
En este relato se narra la historia de un hombre que se muda al apartamento de una amiga que está en París. Este hombre posee la particular facultad de vomitar conejitos, los cuales conforme pasan los días, originan el caos. El hombre escribe a su amiga una carta, donde pide disculpas por los destrozos causados por los animales. Hacia el finar de la carta, este hombre da a entender su suicidio, luego de tirar los animales contra la acera.

La primera parte del relato se dedica a presentar tanto el orden que priva en el apartamento como los motivos del protagonista para ocupar la casa de su amiga. También introduce como la mudanza de origen al nacimiento del primer conejito. Para el personaje el hecho de someterse a un orden impuesto por otras personas hace que se precipite un cambio «No era tan terrible conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método» (Cortazar, 2003:27. El miedo del personaje no es en sí por que vomita conejitos sino porque ya no puede controlar su hábito. «No ya con once, porque decir once es seguramente doce, Andrée, doce que será trece (...) No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto, antes de que pasen los primeros colegiales.» (Cortazar, 2003:35). Nuevamente la realidad fantástica invade el mundo cotidiano y la desplaza y los personajes sucumben a esta situación paralela y la normalizan.

En “Cefalea” un grupo cuida a unos animales llamados mancuspias. En esta comunidad sus habitantes padecen varios tipos de enfermedades que tipifican, diagnostican y curan. Aunque en algunos casos cuando se descuidan los aquejan terribles dolores que no cesan. Estos dolores están asociados con el descuido de las mancuspias que empiezan a aullar muriéndose de hambre. En este caso hay varios elementos inverosímiles entre ellos como estos animales al caso imaginarios son alimentados y cuidados como cualquier otro animal, las enfermedades parecen ser reales y tienen síntomas reales que los miembros de la comunidad padecen. Sin embargo el espacio exterior e interior no llega a comprenderse del todo.

Las mancuspias como materialización de las obsesiones, de las angustias que se imponen como una pesadilla monstruosa. El lugar cotidiano donde las enfermedades o los animalitos están encerrados es la cabeza. Al final del cuento, cuando ya las mancuspias están fuera de control, se comienza a perder esa separación clara entre lo que sucede en la mente del personaje y la realidad: "...algo viviente que camina en círculo dentro de la cabeza, también lo leímos y es así, algo viviente camina en círculo. No estamos inquietos, peor es afuera, si hay afuera."

En “Circe” desde el título intuimos que se trata de una hechicera, la memoria literaria conduce al lector a la mitología griega, a esta diosa capaz de crear brebajes que convertía a los seres humanos en animales. También le recuerda que tan sólo hubo uno inmune a su poción. En el texto de Cortázar hay una Circe moderna, en pleno Buenos Aires. Delia Marañan resulta también ser la representación de una especie de Viuda Negra, evocado por su apellido Mañara y la siguiente descripción: «cuando la tomaba del brazo para cruzar la calle, o al subir la escalera de la estación de Medrano, miraba a veces su mano apretada contra la sed negra del vestido de Delia » (Cortazar, 2003:88). Ella es el arquetipo jungiano de la bruja, Delia viste de negro y está acompañada de vez en cuando por un gato.

Basado en un rito de alimentación la Circe argentina transforma un apetecible y erótico chocolate en un veneno. El juego de seducción implica a la vez el de dominación. Delia de cierta forma encarna al humano deshumanizado pasa de un estado de bondad, belleza a uno de maldad y sangre fría. Es como sus chocolates «Mario sintió un raro malestar, una dulzura de abominable repugnancia » (Cortazar, 2003:95).

En este relato todos al parecer saben que Delia es Circe y sus enamorados mueren repentinamente, pierden el deseo de morir y procuran acabar con su vida. El mecanismo acá es doblegar la voluntad con el dulce del chocolates que es a la vez suave veneno. En este caso lo inverosímil es que el tercer pretendiente despierte del sopor, neutralice sus encantos y la deje libre, la puerta abierta a que siga con su depredación.

En estos cuatro relatos puede verse la yuxtaposición de realidades y transposición temporal donde lo ajeno lo inverosímil forma parte de la realidad y es normalizada a través de la aceptación o resignación. Al parecer Cortázar ve al hombre, al espacio y a la “realidad” como algo dual y ambiguo, conformado por diferentes ámbitos de distintas realidades, que no pueden ser negadas porque se complementan.